domingo, 4 de abril de 2010

LA ENCANTADA: Cuna de artistas

El talento se oculta bajo un sol abrasador y algunas casitas de abobe a lo largo de un trecho arenoso. Llegar al distrito de La Encantada no es un viaje a lo que muchos estén acostumbrados, pues no tiene las comodidades del caso, pero lo cierto es que nadie sale de allí sin llevarse al menos un recuerdito.

Todo empieza en una estación de buses ubicada en la Av. Sánchez Cerro a escasas cuadras del centro de la ciudad de Piura. La única línea que llega a la provincia de Chulucanas lleva el nombre de Transportes Dora y el pasaje cuesta 3 nuevos soles. Los buses parten cada 20 minutos, también sirven de transporte para las personas que viven en chacras cerca de la carretera a las cuales les resulta mucho más económico optar por este medio.

El trayecto en bus dura una hora, son las 11.30 de la mañana y la temperatura se eleva a 30º centígrados, un clima moderado para estar en primavera, pero que amodorra hasta el más joven y pone a dormir a cualquiera. La causa del aletargamiento es el camino decorado de pasto color amarillo marchitado por el sol, ríos secos consecuencia de las escasas lluvias en el norte del país y viviendas humildes construidas con esteras, todas invasiones rodeadas de criaderos de terneros, ovejas y vacas, animales famélicos y de aspecto sediento cuyas necesidades no distan mucho de las de sus dueños.
60 minutos después llegamos a la provincia de Chulucanas, la plaza es un lugar pulcro rodeado de vegetación, en el centro se erige la estatua del caballero de los mares mirando hacia la iglesia, orgullo piurano que realza aun más el paisaje. A una cuadra de allí se aglomeran filas de mototaxistas quienes se jactan de tener el único medio de transporte para llegar al distrito de La Encantada y por 10 soles recorrer el escenario bucólico apto para temerarios.

El camino es accidentado, a lo largo se bifurcan senderos estrechos cubiertos de arena y se divisan chacras a los costados, por los cual no es sorprendente cruzarse con rebaños de terneros.

A los 20 minutos se asoman, en el horizonte, viviendas muy humildes, construidas con material noble y de solo una planta. Para diferenciarse, sus fachadas están pintadas de colores llamativos y llevan un nombre que resalta sobre las demás.
La Encantada es algo así como la fábrica de la cerámica de Piura. Los centenares de piezas producidas son vendidas en las ferias de Chulucanas así como también en Catacaos y Lima donde naturalmente los precios incrementan hasta el triple de su valor, es por eso que resulta muy económico comprarlo directamente de las manos de los artistas.

Lo peculiar de este lugar es que los artistas nos reciben en sus propias casas - talleres, que no son como las del común de las personas, ya que sus pasillos están llenos de repisas donde exponen sus mejores trabajos. Han reemplazado los sillones de la sala por aparadores de metal y en algunas ocasiones la mesa del comedor por vitrinas transparentes.

En el patio trasero se encuentra el taller y los implementos están a la vista de cualquier curioso. En el caso de los más pobres utilizan un gran horno hecho de adobe, una especie de pozo rectangular que se expone al sol.

Es común encontrar a los artesanos trabajando en las afueras de sus casas, sentados a la sombra, puliendo sus moldes con piedras lisas de mar, retocando con pintura algún jarrón o en los interiores de sus viviendas torneando la cerámica en frío. Todos se muestran amables, risueños, dispuestos a enseñar su técnica, exhiben orgullosos diplomas y no se resisten a contar una que otra leyenda de los significados de sus esculturas, aseguran que pueden traer suerte, abundancia e incluso plenitud sexual.
La casa más visitada es la de Max Inga, reconocido ceramista cuyo trabajo es valorado por usar técnicas tradicionales y propias en la que destaca su trazo continuo y nítido. En las paredes se exhiben docenas de diplomas y reconocimientos a su labor como el mejor ceramista de Chulucanas.
Ninguno de estos artistas fue a la universidad para aprender a esculpir, su técnica es autodidacta, la aprendieron de sus padres y permanecerá de generación en generación hasta que su trabajo sea valorado por el esfuerzo y dedicación de los hijos de una tierra de talentos en barro.

Solo en el 2005, la cerámica de Chulucanas exportó más de un millón de dólares a EEUU y Europa. Es lamentable que quienes llevan el arte en las manos tan sólo reciban un ínfimo porcentaje de las ganancias y aún sigan viviendo en condiciones precarias.
Visitar Chulucanas y La Encantada es conocer y disfrutar del turismo vivencial, pero sobretodo valorar el talento de nuestros paisanos y juntos lograr que esta cuna de artistas sea reconocido en el mapa turístico a nivel mundial.

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