domingo, 14 de marzo de 2010

¿Son los diarios económicos para limitados mentales?

No tengo prejuicios de ningún tipo con quienes acostumbran leer diarios de precio popular, las estadísticas dicen que son los más leídos por los estratos más bajos de nuestro país, de lo que quiero dar fe es simplemente de mi experiencia como consumidora de este producto que más que ayudarme, reafirmó mi vocación por el periodismo y mi pasión por la literatura.

Es un día cualquiera, salgo camino a la universidad y me detengo en el kiosco de la esquina, para mi mala suerte solo tenía cincuenta céntimos en el bolsillo y un billete de 20 soles, necesitaba estar informada y por la premura accedo a llevarme uno de esos llamados diarios informativos económicos, característicos por sus vivos colores, portadas llamativas y como no, el uso de las carnes como argumento de venta segura.

Había un tema de coyuntura nacional de mucha relevancia por aquellos días; sin embargo en la portada solo dedicaban un pequeño espacio para anunciar el tema, obviamente no ocupaba las primeras páginas, a las cuales dejaba espacios a chistes, asesinatos, asaltos y desgracias, para luego recién tocar temas políticos. Decir que habían cuatro notas sobre la materia es exagerar, todas estaban revisadas con la mayor superficialidad, de la manera más coloquial y ligera, entregando a su vez al lector información masticada hasta el punto de hacerme pensar que como consumidora había sido subestimada.

¿No poder comprar diarios caros me hace querer saber menos? ¿Es que estos señores directores de prensa económica piensan que mientras menos sepas es mejor?, o ¿Acaso creen que el matrimonio de la señorita actriz, o la infidelidad de aquel jugador de fútbol es más importante que estar bien informado sobre lo que pasa en el país?

La verdad es que mantenerse bien informado en el Perú, cuesta al menos setenta céntimos. Erradicar este tipo de prensa, sería imposible, porque como se sabe sangre y sexo siempre van a vender, pero al menos usted usuario, quiérase un poco más al momento de pararse frente a un kiosco.

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